ANTECEDENTES HISTÓRICOS A LA TAUROMAQUIA

Pintura rupestre de la Cueva de Lascaux en Francia
Que la relación del hombre con el toro existe desde que aquel apareció sobre la Tierra parece evidente y los orígenes de la actual fiesta de los toros hay que buscarlos en los tiempos prehistóricos, donde ya aparece la figura del toro en los grabados de numerosas cavernas desde el norte hasta el sur de la península; un animal al que muy probablemente se le daba un significado religioso, ya que suponía una fuerza muy superior a la del hombre. Aparecen ya en esta época algunos grabados que representaban al hombre luchando contra el toro en un ritual que deja entrever algo más que una escena de caza.
Existen numerosas pinturas rupestres en que abundan las representaciones de toros desde el V al III milenio A.C.
Según numerosos arqueólogos, estas figuras fueron realizadas con finalidades mágicas para propiciar la existencia de abundante caza. 
Los toros se evidenciaron en el arte rupestre en las cuevas de la zona cantábrica. En Altamira, por ejemplo, se conservan imágenes de toros y de su caza y actividad ante ellos. 
Estos animales se destinaban para comida, ropa, utensilios y herramientas y también por razones religiosas, pues eran tenidos como símbolo de las fuerzas divinas.

Estatua Toro pertenece a la época de las
Dinastías Arcaicas III de Mesopotamia
(finales del III milenio aC.)
La prehistoria de la Tauromaquia puede fijarse en Mesopotamia
Los toros mitológicos acompañan la historia de la humanidad desde el origen de nuestra civilización en Mesopotamia hace más de 3500 años. Así en el primer poema épico, la epopeya de Gilgamesh se nos relata, quizás, la primera lidia. Gilgamesh rechaza los amores de la diosa quien, pide a su padre que envíe un Toro Celeste para que le dé muerte. Pero a Gilgamesh se une su amigo Enkidu y acuerdan como acabar con el toro:
…¡Amigo mío, he visto el medio para abatir al toro, y nuestras fuerzas serán suficientes para vencerlo!, ¡Quiero arrancarle su corazón para ofrecérselo a Shamash! (dios de la Justicia), Yo, le voy a perseguir, lo cogeré por lo grueso de su cola y le retendré fuertemente sus dos pezuñas, tú, por delante él, tú lo agarrarás y entre la cerviz, las astas y el crucero con tu puñal lo herirás de muerte.


FIgura de Toro en cobre procedente
del templo de Ninhursag, en Tell al Obeid,
situado en el sur de Irak. Se data en alrededor de 2600 aC
Y durante se desarrolla paralelamente a la evolución del hombre y sus diferentes civilizaciones.
Encontramos después célebres pinturas de la antigüedad como “el salto del toro,” conocida pieza cerámica del arte minoico, y tantas más que atestiguan la relación mitificada de amor y odio que hemos mantenido durante siglos y siglos con los astados.
En la historia de la Península Ibérica, y en especial en España, son de gran relieve las estatuas de toros que tienen un claro significado religioso. Los Iberos y los Hispanos tenían a este animal como símbolo de la fertilidad.
Las luchas entre hombre y toro eran uno de los espectáculos habituales del circo romano, tanto a pie como a caballo, haciéndolo en otras ocasiones contra osos, leones o incluso jabalíes.
A lo que entonces era Hispania fueron importados por las legiones romanas, y contrariamente a lo que ocurrió en otras zonas del Continente, aquí arraigaron fuertemente. 

Y Alicante no fue la excepción.

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